Haute Couture en invitadas: El vestido de Encarni

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Hace unas semanas, Verónica le abrió la puerta de su taller a Encarni.

Encarni, a la que le dijeron que para vestirse para la boda de su hijo, tenía imperativamente que conocer a Verónica. 

Encarni, que se sentó frente a Verónica para destejerle sus miedos y aspiraciones cómo otra más de las que pasan por el estudio.

No es mentira cuando se oye hablar de que en el estudio de Verónica Gutgar “pasan cosas”. Hay una energía contradictoria, una energía liviana pero a la vez más profunda que de costumbre y creo firmemente que es gracias a este impulso que late desde Verónica a través del cual se crean las más preciosas prendas y los entendimientos mas verdaderos con vosotras.

El vestido de Encarni debía de pasar, como todos los vestidos, por las manos del diseño, del patronaje, del corte y de la confección; pero para la primera fase, Verónica aun tenía que descifrar aquello que ella esperaba de la prenda sin que lo pronunciase.

Lo hizo con la paciencia de quién sabe que las palabras a veces no alcanzan. Miraba sus manos, que se retorcían apenas sobre su regazo, los gestos leves que delataban más de lo que la mujer imaginaba.

Y así comenzó el ritual. Bocetos que nacían del aire y del instinto. Telas desplegadas como cartas del destino. Pruebas frente al espejo, donde cada pliegue y cada caída revelaban no solo una silueta, sino un estado del alma.

Con cada visita, Encarni se deshacía un poco más de sus titubeos. Hasta que, un día, se vio en el reflejo y supo, sin necesidad de palabras, que el vestido estaba listo.

Un vestido de crepé-satén en tono rosa maquillaje, con una caída elegante y discreta que realzaba la sofisticación del diseño y su comodidad. La luz se captaba no solo por el brillo natural de la tela, sino también mediante botones de cristal seleccionados meticulosamente. Además, el fajín, inspirado en la estética japonesa, constaba de cuatro piezas asimétricas con una estructura doble que se unía a una clásica lazada, formando un diseño atemporal. Todos estos elementos contribuyeron a crear una silueta equilibrada y favorecedora.

Una pieza, que exudó elegancia, sencillez y sofisticación, hecha a medida para estilizar su figura e infundirle la entereza necesaria para disfrutar con ilusión la boda de su único hijo.

Fotografías de Karen B. Escobar & Escrito por Belén G. Rodríguez

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