Un vínculo inquebrantable

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Cristina y Maribel

Las madres, símbolos de resiliencia y fortaleza, siempre están sorteando desafíos con amor, pero hay días en los que deben detenerse y respirar… dicen que uno de esos días es cuando se casa tu hija. 

Fotografías por Karen B. Escobar

Cristina y Maribel llegaron al estudio con la ilusión de crear juntas la prenda perfecta: un vestido de novia y otro de madre de novia, unidos por la misma historia.

El estudio, entonces, se transformó en una explosión de telas, patrones y costuras convirtiéndose en el santuario donde madre e hija junto con Verónica, se unieron para crear algo más que un par de vestidos.

Cada pliegue, cada detalle, no eran meros adornos; eran símbolos cuidadosamente pensados e impregnados de significado. No se trataba solo de elegancia, sino de una conexión profunda que trascendía lo visible, como si cada trama y cada urdimbre se entrelazasen como un símbolo de esa historia compartida entre las dos.

El vestido de novia, se transformó en un original traje con chaqueta, delicado y sofisticado que representaba el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Cristina.

El color azul, imprescindible en su vida, debía estar presente en el diseño, sumándose a otro más de los símbolos y detalles cuidadosamente pensados que condujeron su boda. Por ello, el pantalón, de corte alto y de un color piedra se combinó con un precioso top repleto tanto de piedras naturales de lapislázuli, como piedras volcánicas color arándano cosidas una a una que cargaban a la a la pieza de un profundo valor espiritual.

El lapislázuli, tiene propiedades que van desde desprender del estrés, eliminar el vértigo y aportar calma, hasta la armonización mental, emocional y física que dotan a la pieza de un valor extremadamente singular.

La levita, con un toque oriental y contemporáneo, estaba perfectamente confeccionada gracias al exquisito patronaje del que se enorgullece el estudio. Del bolsillo de pecho, le brotaba un larguísimo velo de color cobalto con un mensaje escondido que Cristina nos pidió introducir y las personas cercanas a este proceso de creación, tuvieron el privilegio de atesorar hasta el último momento.

Un mensaje, que se corporeizó en un bordado a mano realizado por nuestra bordadora y un traje que es la clara representación de quién lo lleva, para el día más importante de su vida.

Ese día, cuando Cris se puso el traje, Maribel vio no solo a su hija transformada, sino también a la mujer fuerte y llena de sueños que había creado, quien estaba lista para seguir su propio camino.

El vestido de madre de novia, un vestido tweed realizado de forma artesanal en un taller especializado en Francia y combinado con una gasa de seda rosa 100% en color rosa palo, era igual de significativo, porque no solo era un tributo a su hija, sino también a su papel como madre, esa figura que se ha fortalecido y transformado a lo largo del tiempo.

De esta forma, el amor de madre e hija quedó inmortalizado en estas dos prendas, símbolos de resiliencia y complicidad.

-Fotografías por Karen B. Escobar & Escrito por Belén G. Rodríguez

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